19 de marzo de 2016

Volvo 460 II

Las gotitas de café, esas putas lágrimas negras. Domingos en ruta, trazábamos el mapa sobre una servilleta. Un ramillete de hierba había brotado entre las grietas de aquella aburrida losa de hace nueve siglos: su delicado baile al viento es un ejercicio de ingenua esperanza frente a la noble resistencia de la roca.

Durante el trayecto, canciones tristes de Andrés y Dylan. El débil tintineo de mi pie sobre el pedal dirige mi pobre búsqueda hacia ninguna parte. El vaho araña el cristal de este viejo buga, y se coló un poco de aire en la cicatriz. Mi corazón no es un buen compañero de viaje.

Mi cerebro está sangrando por las punzadas de aguja de mis limitaciones, pero unos tímidos rayos solares iluminaron el horizonte que tenía ante mí, tras el volante. Circulábamos al borde del precipicio: a un lado estas putas lágrimas negras y más allá del vacío un extraordinario apego a la vida.