30 de junio de 2016

En la frontera

Arrimas un poco más el hombro, vuelves a sentir un vértigo letal al mirar hacia atrás. Tus versos reposan en losas, entre sus grietas han brotado flores aderezadas con soles y lágrimas. Rozas el filo con la yema del dedo. Las gotas arrastran su delicado volumen por el cristal, capturan un destello, arrojan estrellas fugaces.

Continúas tirando de ese diminuto hilo de esperanza que pende y te agarra, aquel que levita en paisajes donde creíste acercarte a la esencia. Su aroma huye tras una cola de viento, lo persigues como un náufrago su tabla de salvación.

La soledad y el miedo son manchas que sólo se quitan con un buen chorro de lejía sobre el corazón. Cae la tarde, suspiras y exhalas los últimos ramilletes de polvo que brotan del pulmón. Andas más cerca, no estás seguro, pero estás más cerca.