Tenía razón el viejo Tarrou en aquella novela, los seres humanos somos cobardes al menos una vez cada día. Me cautiva este ejercicio cíclico de lectura, conversación y refugio en la palabra escrita. Si nuestra experiencia sensible nos aboca a una tragedia, siempre nos quedará este traguito de cerveza, un poco de amor, fe y los destellos mágicos de una obra de arte.
13 de noviembre de 2014
7 de noviembre de 2014
Embriagado visionario
Sobre la piel desgajada de este banco callejero reposó el pobre su resignación, cuantificó su satisfacción el rico. Y yo, limitado y amable, procuro no sentirme resignado o satisfecho para encontrar inspiración en la cotidianeidad de mis días... y noches.
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