Tenía razón el viejo Tarrou en aquella novela, los seres humanos somos cobardes al menos una vez cada día. Me cautiva este ejercicio cíclico de lectura, conversación y refugio en la palabra escrita. Si nuestra experiencia sensible nos aboca a una tragedia, siempre nos quedará este traguito de cerveza, un poco de amor, fe y los destellos mágicos de una obra de arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario