He perdido tal vez mi tiempo dilucidando el sentido
trascendental de cada momento. Quisiera desvelar el misterioso engranaje que
impidió que cesara mi pulso vital, tras el desastre. Ya lo sé, ya. Me regocijé
en mil sensaciones durante mis ratos de literatura y café. Me arrastró la pereza,
olvidé mi quehacer…, y empecé a buscar. Subí a la cima ciego y encontré una
humilde certeza pasado el bosque. Me sorprendió la armonía brutal de aquella
brisa de viento, tropecé y caí derechito al suelo. Coincidimos, sonreí, y mi
vida ya no es búsqueda sino encuentro. Ya lo ves, ya.
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