8 de diciembre de 2014

Acorde y lapicero

Te vi agarrado a esa pila de pastillas fúnebres, como un náufrago a su tabla de auxilio. 

Enciendes un pitillo y pones a Bob Dylan cuando quieres ponerte triste. Sí, yo también he sentido cómo titubea el pulso de mi mano frágil ante un quejido. A mí también me ha hecho daño el hálito nostálgico que desprende a veces un café, hirviéndote. Y es cierto que el corazón no duele, pero a veces sufre.

Abandono un momento el misticismo de este vaso arrimado al vientre. Me limito a observar las polutas de polvo que levitan y dotan de relieves este rayo de luz, a media noche. Solo soy un humilde campesino que recoge con sosiego feroz los frutos de la siembra del último año.

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