Otro puto año que se marcha, y este show must go on. El
Primer mundo no debe cansarse de agradecer y pedir disculpas.
Ojalá y pudiera
quedarme más tiempo en este rincón inaccesible del planeta, haciendo entre los
valles sendero, junto a mi bocata de chorizo y un poco de vino tinto. Pero es
el momento de volver a la ciudad y su humo, nostalgia y cicatrices.
Que cada
uno sepa llevar a la espalda, con humildad y alegría, su cruz. ¡Feliz 15!
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