Incompleto
y desapercibido, invierto este rato en buscar el hueco al que va a parar cada uno
de mis latidos. En este andén solo corren vagones de metro, en lugar de días y
estaciones. Y así, bajo el amparo de luces subterráneas, tránsfugas y letras,
pierdo el rumbo entre los paréntesis de mi vida.
Si me callo
un rato es porque el fango aprieta y siento miedo. Si sonrío es porque sigue
sorprendiéndome la magnífica gama de luces de mis días.
Sentadito y
sin propósito preparo sentado mi revolución, a pesar de.
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