29 de junio de 2015

Pilares de barro

Fueron los sorbos de vino tinto en vasito de plástico, la dulce embriaguez de una tarde de verano sin prisa. Fue un golpe de guitarra en el puente Vecchio mientras anochecía. Fue rozar la eternidad con la yemita de los dedos ante la proyección infinita de la catedral. Fue por esto que ahora vago indemne arrastrando el morro en las aceras, en busca de aquella luciérnaga plegada ante mí y el brillo de la luna.

Es por ello que aspiré soltar ese instante del resto, para extenderme por encima de la inmensidad del mundo. Esa es la libertad que soñé, por la que guardo y cada noche bajo el edredón esta extraña esperanza de que mañana seguiré latiendo.


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